Del flagelo de Chronos (Cronos) a la caricia de Kairós

“El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan, demasiado rápido para aquellos que temen, demasiado largo para aquellos que lamentan, demasiado corto para aquellos que celebran. Pero para quienes aman, el tiempo es eterno”. Henry Van Dyke. Escritor.

Del flagelo de Chronos (Cronos) a la caricia de Kairós

“Sabia virtud de conocer el tiempo…”, así comienza y termina la canción “Tiempo” escrita por Renato Leduc, popularmente conocida por las grandes interpretaciones de los cantantes Marco Antonio Muñiz y José José; el tiempo, ese gran activo y preciado bien que por la idea de saberlo presente en muchas ocasiones lo desdeñamos y no es sino el avance de los años y los cambios fisiológicos, biológicos, psicológicos y hasta morales nos dan cuenta del paso inexorable de los días de nuestra vida.

A veces rápido como el viento, otras con paso lento; nuestra interpretación, producto de nuestras emociones, sensaciones, percepciones, aprendizajes, estados emocionales y sentimientos es la que nos da la sensación de su paso. Cuando hacemos algo que nos gusta, que nos apasiona, que nos hace sentir en plenitud y gozo, la velocidad se incrementa y queremos que permanezca; en cambio cuando el hastío y aburrimiento, la incertidumbre y la espera nos desespera, su tránsito se hace lento y deseamos que ya acabe. 

Renato Leduc incluye el verso: «…la dicha inicua de perder el tiempo», mismo que  significa la libertad de hacer las mismas cosas más o menos igual, sin la consciencia del paso de las horas y los días, en un goce de esas actividades; por ejemplo el juego de los niños, los paseos de los enamorados en un parque, la contemplación mística de algún monje, la apreciación de una obra de arte en un museo, el éxtasis de un artista en el momento de creación, la sumersión de nuestros sentidos para hacer algo que nos gusta, compartir con nuestros hijos su crecimiento, estar con nuestra familia y amigos, el disfrute de jugar y acariciar a nuestros animales de compañía, las vacaciones anheladas. 

Lo anterior, nos evoca una sensación de paz, de tranquilidad y aprovechamiento del tiempo, ese que recordamos, nos da plenitud y expande nuestro ser: Kairós, el tiempo sin tiempo, el que nos permite conocer y degustar de lo que realmente es valioso en nuestra vida y por lo que a menudo aguantamos a cronos, tiempo tirano que agita su flagelo y nos esclaviza para poder “vivir” en una realidad de “logros” que son para la satisfacción externa de pertenencia a la sociedad, misma que cuando cumplimos sus cánones nos otorga la condecoración “status”, mismo que “exacerba” nuestro ego y nos lleva a vivir como el hámster en una rueda; entonces ya no tenemos tiempo, nuestro tirano invento por controlar la vida hace mella en nuestra alma queriendo alcanzar más y “más medallas de pertenencia”, cronos gobierna nuestras decisiones y nos limita el goce de la vida.

En esa vorágine con cronos al mando, ¿cuánto disfrutamos? ¿Recordamos lo que comimos ayer? ¿De qué color se vistieron nuestra pareja, nuestros hijos? ¿Qué le gusta comer a los miembros de nuestra familia? ¿Nos permitimos sentir el aire en nuestro rostro? ¿La lluvia nos hace correr y no la disfrutamos? Y tantas preguntas que podemos realizarnos en torno a nuestro disfrute del tiempo.

Vivimos como sociedad, un cansancio agotador por el cumplimiento estándares, reglas no escritas que nos aceleran o nos empujan a vivir en la ansiedad del futuro queriendo estar en otro momento; cuando termine la prepa haré tal cosa, y ahora que termine la carrera haré esto otro; así con la parte académica; y en la personal no está lejano a eso, ahora que sea mayor de edad, cuando trabaje, en el momento de casarme, cuando tenga a mis hijos, ya que crezcan mis hijos…, vivimos en la cultura del allá y entonces… y no en la del aquí y ahora.

En cambio, cuando disfrutamos de esos momentos importantes y significativos de nuestra vida, esos que pueden ser en cualquier instante, solo basta vivirlos en la plenitud de involucrarnos con todos los sentidos y atención, esos instantes en los que se detienen el tiempo, nos liberan endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina, las llamadas hormonas de la felicidad, mismas que nos permiten sintonizar con la impermanencia del tiempo. 

Seguro recordamos ese primer beso de enamorados, en donde estábamos involucrados, esas primeras experiencias que nos exigían mantener nuestra atención activa para desarrollar las actividades correspondientes, en donde hay emoción e involucramiento aparece kairós, el tiempo sin tiempo, el que hace querer disfrutar más la experiencia y revivirla; la felicidad no es eterna, pero si los momentos en los que estuvimos presentes, en los instantes que nos regalamos a vivir, convivir y compartir.

¿Nos controla el tiempo o manejamos el tiempo? ¿Nos somete Cronos o con-vivimos con Kairós?

Estrategias para con-vivir con Kairós:

  1. Respira profundamente tres veces para “resetear” tu mente, esto significa inhalar con la consciencia de hacer más honda tu respiración llevando el aire a la base de los pulmones (respiración diafragmática), no es necesario levantar los hombros ni subir el pecho para que tu inhalación sea profunda, simplemente hazte presente en el proceso. Inhala un poco más de lo que acostumbras, sostén tres tiempos el aire y exhala.
  2. Ten propósitos claros que vengan de tu corazón que te permitan poner tu atención y enfoque en ellos, esto permitirá trazar rutas específicas para alcanzarlos.
  3. Abrázate, abraza, comparte momentos con tus seres queridos.
  4. Disfruta del momento. Cuando te estés bañando solo quédate contigo y tu cuerpo sintiendo el agua en tu piel, como te limpias; cuando comas degusta cada bocado, es más saludable comer menos bocados, pero disfrutados que muchos bocados sin paladearlos.

Te invitamos a que comentes como vives con Kairós…, así como qué otros temas te gustarían que compartamos contigo.