Incertidumbre, mi gran maestra

Incertidumbre, mi gran maestra

En lo personal, al atravesar una situación en la que no tengo la certeza de lo que ocurrirá, en la que no conozco la respuesta, en la que veo más de una posibilidad y no sé cuál elegir o en la que la moneda está en el aire y no depende de mí la respuesta, me conmociona de diversas maneras. ¿Por qué no he de saber lo mejor para mí? Llega el estrés cargado de culpa y ansiedad. ¿Por qué no reconozco los siguientes pasos? Llega la preocupación, la a brumación, la congoja. ¿Por qué requiero esperar y no tener la respuesta aquí, ahora? Llega la desesperación junto con la desesperanza el tormento y la turbación. En todos los escenarios anteriores se pone en juego mi humanidad y la consciencia en la que en la que esa GRAN humanidad no es suficiente (sí, es un sarcasmo). 

Creo que en el día a día existen una gran cantidad de voces del exterior e interior que pocas veces nos detenemos a pensar cuál escuchamos en mayor volumen. Hay voces que nos dicen lo que «deberíamos» o lo que podría ser, de acuerdo con sus circunstancias, trayecto de vida, creencias contexto. ¿Cuál es a la que prestamos mayor atención? ¿Es la voz que nos da bienestar? Tal vez cuando nos inquietamos frente a la incertidumbre es porque damos paso a las voces del perfeccionismo y control de los que me antecedieron y de los que están cercanos —al menos, es lo que he notado en mí—.

Mi reto es recordarme en esos momentos de intranquilidad que la vida misma es incertidumbre. La vida se constituye, desde el comienzo, gracias a un proceso. Todo es, en realidad, un proceso de incertidumbre. Retomar lo anterior, es darme la posibilidad de respirar, mirar por completo el horizonte, aclarar mi mente y vislumbrar los siguientes pasos, lo que sí está en mis manos y lo que puedo hacer desde la plataforma de la tranquilidad y serenidad. Aquello que no, lo decido soltar con la confianza de que la vida es sabia y que ocurra lo que sea que tenga que ocurrir es lo mejor para mi propio proceso de vida. 

Aprender a gestionar nuestras emociones en la incertidumbre es aprender a vivir desde la confianza, agradecimiento, entereza. Las siguientes son algunas acciones que me funcionan frente a este reto: 

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Escribir todo aquello que siento: mis temores, dudas, inquietudes, enojos… llorar si así lo siento. Me escucho. Evito juzgarme. Dejo fluir mis emociones. 

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Busco ser paciente con mi propio proceso. Evito apresurarme a sentir lo que quisiera sentir… en ese proceso me apapacho con lo que requiera: un chocolate tibio, contactar a los que amo (contactar con la red de apoyo, siempre es invaluable), hacer mis actividades cotidianas con más calma. 

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Observo el panorama. Agradezco la moneda que gira en el aire (¡estoy viva!). Identifico lo que está en mis manos y pongo manos a la obra. Cualquiera que sea la cara con la que caiga, entiendo que es lo mejor para este momento.