ENTRE LA NECESIDAD DE AMOR Y EL AMOR PROPIO
LOS OBSTÁCULOS PARA LA AUTOESTIMA EN LAS MUJERES
¿Qué tienen en común la matemática Hipatia de Alejandría, Juana de Arco, Juana Inés de Asbaje mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz? La pregunta tiene una respuesta que pudiera parecer simple: fueron castigadas por no conformarse, porque fueron conscientes de sus capacidades y se salieron de los márgenes de lo permitido; lapidadas, quemadas y encerradas por confiar en sí mismas, por elegir sus propios intereses, es decir por cultivar su amor propio y hacer evidente su autoestima.
En este punto podríamos pensar “bueno, pero a esas mujeres les tocó vivir en épocas pasadas, eso ya no es así” sin embargo, el peso de la historia y los mandatos que caen sobre la existencia de las mujeres prevalecen, en formas más sutiles como frases, consejos, recomendaciones y advertencias veladas, o bien, en moldes más grotescos como la violencia feminicida. Entre esos mandatos está el de “no te creas que eres tanto”.
De ese mandato se derivan condiciones complejas como el “síndrome de la impostora” (Cadoche y Montarlot, 2021) que han sido identificadas desde las ciencias sociales y la psicología, que describe esa tendencia de las mujeres a dudar de sí mismas, a poner en entredicho su propio potencial, a atribuir a otros o a la suerte sus logros y a creer que no merecen el éxito.
¿Qué lleva a las mujeres a dudar de sí mismas? Al respecto, la antropóloga y activista Marcela Lagarde (1990) desarrolló una compleja y muy vasta investigación sobre cuáles son los límites impuestos social e históricamente a las mujeres, entre los hallazgos está el que las mujeres no rompen esos límites por la necesidad (también socialmente impuesta) de sentirse queridas y aceptadas, es decir que la necesidad del amor del otro se impone por sobre el amor propio y limita la autoestima.
La necesidad de sentirse queridas y aceptadas es uno de los mandatos sociales históricamente dirigidos a las mujeres. En las antiguas civilizaciones occidentales (Grecia y Roma) a las mujeres se les colocó en un rango social inferior a los varones, por lo cual necesitaban de su “protección” y para mantenerla era menester ganarse su aprobación, ese esquema continuó hacia la Edad Media donde las mujeres que descubrían que podrían vivir solas y valerse por sí mismas corrían un alto riesgo de ser señaladas como “brujas” y vivir crueles torturas antes de la muerte. El modelo se afianzó como parte de las instituciones sociales en el siglo XV con el surgimiento del “matrimonio cristiano” es decir la unión entre un hombre y una mujer con base en los mandamientos de la tradición judeo-cristiana donde las mujeres deben cumplir el rol de la sumisión, la maternidad y el cuidado del esposo y de los hijos.
Podría sorprendernos o no, pero en pleno siglo XXI, ese esquema se niega a desaparecer y ya sea con matrimonio o sin éste, las mujeres siguen desconfiando de sus propias capacidades y potencial, y siguen colocando a la necesidad de amor y aceptación por parte de los demás por encima del amor propio; este esquema está en la base de las diferentes formas de violencia de género hacia las mujeres.
En este punto de la lectura, vale la pena detenernos y plantearnos la siguiente pregunta para reflexionar: ¿Cómo saber si he colocado la necesidad de amor y aceptación de los demás por encima de mi amor propio y mi autoestima?
Para encaminar la reflexión te proponemos dar respuesta al siguiente cuestionario.
Responder frecuentemente o siempre a cualquiera de las 6 situaciones indica que has limitado tu potencial y que has colocado la necesidad de aprobación y amor de parte de los demás por encima de tu amor propio y autoestima. Las 6 situaciones pueden dar pie a diferentes formas de abuso y violencia.
No es fácil desaprender eso que nos han enseñado desde niñas, en nuestra familia, en las películas, en las canciones y los programas de televisión, pero el darnos cuenta ya es un primer paso importante para ponernos a nosotras mismas por encima de la necesidad de aprobación de los demás, y no es egoísmo si pensamos que eso que hacemos en lo individual beneficia a otras mujeres y a otros hombres también, es nuestra contribución para avanzar hacia una sociedad más igualitaria y justa, donde el amor propio y la autoestima se construya en armonía con las demás personas.
Referencias bibliográficas
Cadoche, E., y de Montarlot, A. (2021). El síndrome de la impostora ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas? Planeta. https://static0planetadelibroscommx.cdnstatics.com/libros_contenido_extra/48/47675_1_Libro_ElSindromeDeLaImpostora.pdf
Lagarde y de los Ríos, M. (1990). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Siglo XXI Editores.
